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EL CANTO MOZÁRABE Y SU ENTORNO. Estudios sobre la música de la liturgia viejo hispánica
Publicaciones - 5 de febrero de 2014
Fue presentado el viernes, 14 de marzo, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid.
Para abordar diversos temas transversales relacionados con el canto mozárabe (viejo hispánico) la SEDeM, con la cooperación del Cabildo de la Catedral de León y el INAEM convocó en León en 2011 un simposio cuyas actas ven ahora la luz. Enmarcada en la serie «Estudios», este trabajo, de más de seiscientas páginas, ha estado al cuidado de Ismael Fernández de la Cuesta, Rosario Álvarez Martínez y Ana Llorens Martín.
El canto mozárabe, designado más precisamente como canto viejo hispánico o visigótico, es uno de los pocos temas estelares de la música española que ocupa un lugar destacado, el que le corresponde, como un capítulo importante en el canon admitido de historia de la música.
El prodigioso desarrollo tecnológico del arte musical en la historia de la Europa antigua no se produjo por la acción de los griegos y de los romanos, sino por la emergencia de los recitativos rituales de la religión cristiana. El cristianismo fue capaz de invadir gradualmente en poco tiempo todos los espacios de la cultura grecorromana. El ritual festivo pagano basado en los espectáculos, spectacula, y en los gestos, fue sustituido por la práctica religiosa íntima de la palabra, logos, de la recitación enfática y expresiva de los salmos de la Biblia.
En esta emergencia suave y vigorosa del cristianismo, el canto litúrgico adquirió carta de naturaleza como la auténtica música. Con una rapidez y eficacia asombrosas vino a sustituir a la música romana de las pompas, del teatro, del circo y del templo, arrojándola al estrecho y apenas tolerado espacio de un histrionismo marginal, donde se mantuvo durante muchos siglos severamente hostigado por las autoridades de la Iglesia.
El llamado canto mozárabe es uno de los testimonios más auténticos de esta música litúrgica cristiana, a saber, entre las liturgias latinas, el canto viejo-romano, el ambrosiano, el beneventano y el viejo africano (del que apenas se tiene noticia); y entre las orientales, el canto bizantino, el copto o alejandrino, el siríaco o antioqueno, el armenio, el eslavo, etc.
Las recitaciones de los salmos y de otros textos de la Biblia según las diversas versiones efectuadas en los primeros tiempos del cristianismo, y según la idiosincrasia, la particular prosodia de las diversas lenguas de Oriente, las palabras diferentes de las múltiples versiones latinas de la Biblia, Vetus Latina, que circularon en Occidente, produjeron las melodías que hoy conforman los diversos repertorios litúrgicos musicales, por razón del énfasis y de la ornamentación expresiva que los recitadores ponían en la salmodia.
La frecuente e inevitable comparación del arte musical, que es efímero, con las demás artes cuyo objeto plástico atraviesa el tiempo, nos hace olvidar que algunos elementos de los repertorios litúrgicos musicales mencionados que hoy cantamos o podemos escuchar, poseen la misma antigüedad que las esculturas, pinturas, y edificios del Bajo Imperio Romano.
La investigación sobre los cantos de las liturgias cristianas ha estado especialmente centrada y enfocada en la tradición escrita de los manuscritos más antiguos que diversamente transmiten dichos cantos. Estudios muy depurados de codicología, de paleografía, de semiología gráfica musical sobre las fuentes que nos transmiten la eucología y el canto litúrgicos han permitido descifrar muchos enigmas sobre la naturaleza del canto litúrgico y sobre sus modos de perpetuación y de transmisión. La dirección del foco de estudio hacia los testimonios escritos de la Edad Media limita todavía un campo muy vasto de investigación, notablemente sobre los procesos constructivos de los repertorios y su pervivencia en la tradición oral, así como la posible conexión y mutua influencia entre ellos. A ello contribuye especialmente el hecho de que el investigador dispone de una abrumadora información manuscrita sobre el canto gregoriano perteneciente al período medieval, en contraste con las escasas fuentes que transmiten otros repertorios litúrgicos, especialmente el viejo hispánico.
Para abordar diversos temas transversales relacionados con el canto mozárabe (viejo hispánico) la Sociedad Española de Musicología, con la cooperación del Cabildo de la Catedral de León y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, del Ministerio de Cultura de España, convocó en León en marzo de 2011 un simposio internacional. La ciudad de León era un lugar emblemático para esta tradición musical viejohispánica por cuanto su catedral conserva con toda diligencia el precioso códice que el insigne benedictino Louis Brou llamó «la joya de los antifonarios latinos» (E-L 8).
Aquel evento tuvo por objeto el de reiniciar sin pretensiones un re- torno científico a los tiempos en los que comenzó y se consolidó el proceso creativo de los repertorios de los cantos litúrgicos cristianos. Estos cantos son los que han generado la tecnología musical de los tiempos modernos, marca de identidad de la cultura occidental frente a otras culturas, tan avanzadas en otros campos. El simposio se proponía, por tanto, actualizar, dar a conocer e impulsar de nuevo, en lo posible, las investigaciones sobre el canto mozárabe y su entorno musical, artístico y literario.
Tal evento tuvo como corolario la edición facsímil del referido antifonario de León así como el conjunto de estudios que ahora recogemos en este libro.